domingo, 26 de junio de 2016

UNA FINAL EJEMPLAR EN FÚTBOL.

PARA OLVIDAR.

miguel angel herrera zgaib

proyecto fútbol, política e ideología.

Quizás nadie discuta que en sus 100 años, este torneo, que ha tenido más de un nombre, lo disputen los "mejores" equipos de América, Chile y Argentina, bajo el arbitraje de un país eliminado, con una mano providencial, que otro árbitro no quiso ver tampoco.

Ya pasaron 90 minutos, y ahora vamos para los 30 finales. Chile ha mostrado que Pizzi les ha enseñado a marcar, y a anular a Messi, poniéndole dos o tres, cuando él recibe la pelota. Y el resto de los azul y blanco parecen pegados a su capitán, si autonomía para crear y definir por su propia cuenta.

Los jugadores que están arriba parecen "palomeros", como Higuaín o Agüero. El equipo rival, Chile parece más completo. Tiene más definidores que no esperan a que el mapuche Vidal le diga e indique qué hacer. Por eso, tienen en sus filas al goleador del torneo.

Veinte son suficientes

Esta vez, además, están jugando 10 y 10, demostrando que el problema no es que es jueguen 11 y 11. Podrían ser también 10 y 10, por lo que aquí vemos. Tampoco queda duda, con independencia del marcador, que los jueces no son buenos jueces, y que este deporte que se juega con los pies y la cabeza, requiere de instrumentos electrónicos para corregir equívocos, y sancionar a avivatos.

En todo caso, esta final, parece que nos lleva al momento de los pénales, como si la criminología siguiera rigiendo a un fútbol venido a menos. Viviendo la suerte de las 5.50, hasta el cansancio. Un duelo entre un arquero y los jugadores que tienen que mostrar dominio del cobro y serenidad para sentirse responsable ante millones de voyeristas, y miles de testigos que no se pueden comprar como en la justicia ordinaria, de Colombia y EUA, como lo hemos vivido hasta el absurdo.

Estamos acercándonos al final. Hubo un primer tiempo, mejor 30 minutos que se jugaron intensamente. Que nos hicieron pensar que estábamos en Europa y no en New Jersey. Pero, después de la primera expulsión, por dos tarjetas amarillas todo se derrumbó.

Un tercero mediocre, ¿qué aprenderán José y James?

El tercero en discordia, Colombia ganó por la mínima diferencia jugando contra el anfitrión. Pero, en su juego anterior, con Chile, probó, como lo comentaba mi hermano Marco Aurelio, que José Pékerman no tiene arreglo, que se repite hasta el hastío, insistiendo en un mediocampo insulso.

Y en un Cuadrado que sólo alcanza a jugar para la Juve, o el club extranjero donde esté, Porque en los partidos de selección se cae y dribla sin eficacia. Y al bajarlo, como le pareció a don José, terminó cabeceando para atrás, y dándole camino a la victoria de Chile sobre Colombia. Luego hubo una eternidad de tiempo, y teniendo delanteros no fue capaz el hermético y terco argentino de voltear el partido.

Dicho lo cual, con un James que como capitán empieza a parecerse a Messi, tenemos riesgos de quedar fuera del campeonato mundial. Conviene que Osorio y Pékerman se reúnan. Algo aprenderán los dos, y el fútbol de Colombia, de pronto recupera la esperanza.

¿Otra vez penales?

Preparémonos en esta final, para los minutos que quedan, para vivir el fútbol espectáculo, como la política espectáculo, donde el arte y la inteligencia estratégica quedan sometidas a la suerte y el autocontrol.

De pronto, Argentina se desquita, o Chile vuelve a ganar, y Lionel Messi, el consentido, se queda con las ganas; y a la espera que a sus 29 años, en efecto, democratice su forma de jugar, porque solo no puede salvarse del catenaccio.

Puede ser un final,a demás, grotesco, con los connatos de pelea que estamos viendo. El fútbol no solo tiene que democratizarse sino revolucionarse, y no tenemos a la vista dónde se producirá tal insurrección. Goool

lunes, 20 de junio de 2016

¿CONSTITUYENTE YA?

¿CONSTITUYENTE YA?
David Jiménez*

La Corte Constitucional en su estudio sobre la constitucionalidad del Acto Legislativo 02 de 2015 conocido como la Reforma del Equilibro de Poderes, decidió mantener el Consejo Superior de la Judicatura.

Sin embargo, el Congreso de la República falló en su intento de reformar el sistema judicial buscando garantizar bajo el “supuesto” de la independencia y transparencia de la Rama Judicial, cuando la problemática radica en la desconfianza ciudadana por las autoridades judiciales, y peor aún, por la impunidad a la hora de investigar y sancionar responsables de cualquier delito, en especial para los delincuentes de “cuello blanco” asociados a las altas esferas del sector público o privado.

En este sentido, sectores políticos como el senador Armando Benedetti indico la necesidad de una Asamblea Nacional Constituyente, para equilibrar al Estado, en pocas palabras, una contrarreforma institucional; pero el asunto no es el funcionamiento del Estado, de cómo llamar a un determinado órgano sea Comisión de Aforados o Comisión de Acusaciones, o cómo elegirlo sea por altas cortes o por congresistas, y determinar sus funciones.

El desempeño de las instituciones políticas colombianas se debe a la patología del sistema político, enfermo de corrupción y clientelismo, porque no se ha logrado cambiar las prácticas políticas que generen una cultura política democrática y crítica del régimen político. En suma, la cuestión no es de diseño institucional, es socio-político.

 Podemos tener burocracias y su funcionamiento igual o similar a los países de la OCDE, pero la calidad sería diferente, son dos sistemas con culturas políticas diferentes.  Solo basta mirar casos, por ejemplo, Alemania durante 2011 renuncio un Ministro acusado de plagio, mientras en Colombia se acusa de plagio a congresistas, ministros o cualquier alto funcionario del Estado y siguen en sus cargos. Esto sucede allí porque en cada país la cultura política y la exigencia ética y moral a los políticos son diferentes.

La Asamblea Nacional Constituyente podría eliminar las funciones electorales de las altas cortes; incluir el concurso público de méritos para elegir altos funcionarios del Estado por parte del Congreso de la República, o cualquier temática semejante; pero cuando el sistema social representando por los ciudadanos funciona conforme con el clientelismo y la corrupción, donde aún se compran votos, se financian campañas políticas de forma ilegal, paralelo con altos índices de pobreza y exclusión, falta de acceso a educación y servicios de salud, no podemos esperar un buen desempeño de las instituciones políticas, porque están reproducen la esencia del sistema.

Si hay pobreza y exclusión; comprar votos en una democracia frágil no es difícil cuando millones de personas no tienen sus derechos fundamentales y seguridad social, mínimamente garantizados y respetados por el Estado.

La constituyente no sólo debe preocuparse por el diseño institucional, sino también de incluir a los sectores históricamente excluidos del sistema político representados en los sindicatos, estudiantes, campesinos, indígenas, afrodescendientes, mujeres, minorías sexuales; donde estos puedan transformar el régimen político para construir una cultura política democrática.

 Para que la comunidad política toda logre incidir en que el Estado deba tener a su cargo la responsabilidad de asegurarle a todo ciudadano sus derechos fundamentales, la seguridad social y los servicios públicos domiciliarios. Revertir el neoliberalismo a favor de la ciudadanía subalterna, porque si tan solo cambiamos aspectos funcionales de las instituciones estatales, cambiamos para que todo siga igual, mientras no se logre una metamorfosis social y política. Esto último pasa por abolir la telaraña de privilegios centenarios.




* Politólogo. Magister en estudios políticos Unal. Participante externo del GPYP Unal/Unijus. E-mail: presid.y.partic@gmail.com