sábado, 18 de febrero de 2017

REFORMAS POLITICAS SIN FORMACIÒN POLÌTICA

REFORMAS POLITICAS SIN FORMACIÒN POLÌTICA

David Jiménez[1]

“Si la democracia es el gobierno de las mayorías, ¿cómo es posible que las mayorías estén desprotegidas, y se encuentren en la pobreza o en la miseria?"
Carlos Gaviria Díaz, 10 de abril de 2006, entrevista con la revista Semana.

La gran reforma al sistema político colombiano fue la constitución de 1991, hecha con la promesa de cambiar las realidades del momento, corrupción, violencia, clientelismo, pobreza, garantía de derechos fundamentales, mediante la construcción de una cultura política democrática y participativa.

            El Estado Colombiano aún no se ha transformado, aunque ha logrado la modernización en algunos aspectos económicos y tecnológicos, poco ha cambiado poco o casi nada las ideas y valores como nación.

En las encuestas de opinión pública o en los sondeos de opinión, siempre nuestras instituciones políticas no tienen buena percepción ciudadana, pero todo sigue igual, no cambia nada después de divulgarlas. Todo se debe a la pobrísima formación política de los ciudadanos.

En el escenario pos-constitución de 1991 tenemos varios episodios de infiltración del crimen y la ilegalidad espaciados en el tiempo, pero sintomáticos. Tales como el proceso 8000, la parapolítica, y el caso Odebrecht, por mencionar los más importantes. Entre tanto nada cambia, ni con la reforma política de 2003, y tampoco con la 2009 que modifico el sistema electoral y las reglas de juego para los partidos políticos.

El germen de la corrupción sigue como si nada, sin antídoto para el sistema político colombiano, y empieza de nuevo a agenciarse otra reforma política que por lo empieza a filtrarse no atacará el mal verdadero y palpitante.

La tesis de los politólogos Francisco Leal Buitrago y Andrés Dávila en su gran trabajo titulado “Clientelismo: el sistema político y su expresión regional” de los años 90s del siglo pasado, donde indican que el clientelismo ha sido parte del sistema desde siempre y su reproducción igual, esto quiere decir, que la corrupción política acompaña a la república desde el nacimiento, y nuestro país tiene esa patología o diagnostico político incorporado al sentido común imperante.

La corrupción y el clientelismo consuetudinarios

La reproducción de la corrupción y el clientelismo, se debe principalmente a la falta de formación política democrática y crítica de los ciudadanos. Actualmente, encontramos cómo el Departamento de la Guajira tiene a sus últimos gobernadores elegidos con compra descarada y sistemática de votos para mitigar por días la pobreza de los electores, y rodeados de problemas judiciales, pero nadie ha mirado los niveles educativos de la población guajira.

Tampoco han revisado la oferta y calidad educativa en la educación básica, media y superior; y no solo la que se ofrece en esa región, sino para casi todos los Departamentos y Municipios del país.

Para la transformación de la cultura política, un principal eje fundamental es la transformación del sistema educativo público, donde aparte de los indicadores de calidad educativa que evalúan la OCDE para decirnos si estamos mal o no en matemáticas, compresión de lectura o inglés; se debe dignificar y mejorar de tajo la labor docente, donde los profesores en colegios y universidades publicas sean los mejores y bien remunerados, para que la educación pública de calidad se ofrezca en todos los niveles en todas las regiones del país.

  Es igualmente necesario un modelo educativo que incorpora la autocrítica y critica, y el empleo regular de las estadísticas, orientadas bajo los principios democráticos tanto en las aulas y fuera de estas en la sociedad civil. En ellas debe formarse la joven ciudadanía bajo las premisas de la autonomía individual y colectiva.

Esta es la principal escuela donde se forma políticamente esa gran mayoría de colombianos de estratos 1, 2 y 3, y a la que deben acceder millones de trabajadores, desempleados y campesinos durante los fines de semana, quienes concurran a las aulas de las instituciones de educación pública, si se quiere hacer de Colombia la más educada para el año 2025, como lo declama el actual presidente en todo escenario público.

Unos y otros serán quienes desmonten el poder de las clientelas y la feria de la compra de los votos a una ciudadanía famélica, poniendo en su sitio a las elites políticas y económicas tradicionales, quienes llevan disfrutando de los privilegios del poder del Estado desde el 20 de julio de 1810. Estamos pendientes de la nueva independencia que abra las avenidas de la democracia por y para los muchos.




[1] Politólogo, magister en estudios políticos. Participante externo del GPYP/Unal-unijus. E-mail: presid.y.partic@gmail.com